¡Viva el consumo responsable!

Una sociedad sana y solidaria debe consumir con responsabilidad para generar un círculo virtuoso en las economías nacionales

Nada más digno de encomiar ni más agradable de percibir que la existencia de sociedades donde la mayoría de las personas que la conforman satisfacen sus necesidades con arreglo a sus bien ganados ingresos.

Esta situación debe corresponder a la correcta actuación del Estado que debe proveer con eficiencia: salud, educación y seguridad.

Y, como corolario trascendental, que los privados y el Estado, sin necesidad de presiones ni amenazas, otorguen trabajo,  con sueldos y salarios adecuados para las grandes mayorías.

Una sociedad, con ingresos adecuados realiza el consumo masivo que favorece a: los empresarios que ven retornando, con ganancias, lo que por salarios han pagado; al Estado que recauda lo necesario para realizar el bien común y a los bancos y financieras que captan el ahorro para colocarlo sabiamente en proyectos que hacen crecer la economía.

Una sociedad se enferma cuando recurre al consumismo para apalancar a negocios que tarde o temprano entrarán en crisis cuando acaba la farra.

Bueno es que los que triunfan con su esfuerzo y llegan a detentar fortunas singulares gasten en cosas suntuarias, inclusive, sirven de modelo para quienes al verlos, se esforzarán más para llegar a esas cotas de riqueza.

Sin embargo, si éstos afortunados se conducen por la vía del dispendio fatuo y esnobista simplemente caen a ser patéticos ídolos de barro.

Pero si el consumo masivo es reemplazado por el dispendio masivo, por el consumismo, la sociedad que lo realiza terminará encontrando, luego del espejismo del hartazgo sin fin, el árido desierto de la crisis y la desocupación.