El blog de omnitemático

La universalidad de los guisados se debe a que admiten en su preparación una enorme lista de productos que bajo tantas combinaciones como las que surjan de la habilidad y buen gusto de quien las elabora.

Ingredientes: (3 porciones)

• 300 gramos de habas verdes
  
  
• 200 gramos de zanahorias
  
  
• 1/2 Kilo de papas
  
  
• 1 pimiento
  
  
• 1 zapallito italiano
  
  
• 1 cebolla mediana
  
  
• 2 dientes de ajo
  
  
• Sal y pimienta

Preparación:

En una cacerola poner a dorar la cebolla, ajos y pimienta. Una vez dorados, agregar la zanahoria, papas y pimientos picados en cuadraditos chicos, cocinar por 5 minutos para luego incorporar las habas verdes y seguir cocinando hasta que estén blandas, agregar la sal y servir acompañando a las carnes que mas gusten, como puede ser de res, cerdo y pescado y en la preparación que más convenga como a la parrilla, a la plancha, o frito.

Este guiso de verduras es muy saludable porque aporta los valores nutricionales requeridos a diario como son, calcio, sodio, hierro, fósforo, vitaminas A, B, B1, B2, B3, vitamina E y vitamina C.

Esta preparación es especialmente rica en calcio que es importante para la regulación de los latidos cardíacos entre otros beneficios y también rica en vitamina A que ayuda a la piel, la vista y ayuda a prevenir las infecciones.

Los arrecifes de coral son formidables bioestructuras que se elevan desde los fondos de los límpidos mares de las costas tropicales para, amparando importantes ecosistemas, decirle al hombre que, extendiéndose en un millón de millas cuadradas, lo superan largamente como constructores de hospedajes.

Entre los organismos vivos coloniales destacan, por sus excepcionales virtudes, los corales marinos. Su instinto asociativo conduce, a éstos zooides de milímetros de diámetro y alimentándose de plancton, a juntarse para sobre la base de sus esqueletos calcáreos, cubiertos de pólipos, establecer bastas colonias marinas

En la conformación de éstos conglomerados cooperan muchas variedades de microalgas que al adherirse a los pólipos de los corales, coloreándolos, realizan un continuo proceso de fotosíntesis que reclama la limpidez de las aguas circundantes.

En un proceso, que se viene repitiendo por miles de años, sobre los esqueletos de los corales muertos los nuevos, originados por una extraordinaria reproducción masiva, se aposentan para conformar arrecifes que, inclusive, llegan a sobresalir de las aguas.

Los arrecifes de coral; que se extienden como los de Queesland en Australia, en 2000 km2 o los del Caribe por más de 700 km2, sirviendo de comedero y refugio a más de 500 variedades de peces; conforman ecosistemas que deben, obligatoriamente, protegerse.

Los arrecifes de coral están inscritos en la ominosa lista de víctimas del calentamiento global y de la polución de los océanos. La acidificación de las aguas marinas, como consecuencia del exceso de dióxido de carbono, impide que se formen los carbonatos en suficiente cantidad, como para que los corales generen sus duros esqueletos calcáreos.

El Síndrome de la Banda Amarilla, enfermedad destructora de los corales, se agudiza con la subida de la temperatura del mar.

En el Caribe gran parte del flujo turístico que recibe se debe a los atractivos que generan los arrecifes coralinos y, en todo el mundo, solo su presencia, anuncia tesoros gastronómicos y valiosas fuentes de productos medicinales.

La tecnología en la producción de alimentos, preocupada más por la cantidad y la utilidad, está generando serios problemas en la salud de las personas. Es frecuente el uso de sustancias para, artificialmente, modificar los rendimientos cárnicos de aves y reses. Sustancias que en un consumo frecuente de los alimentos que provienen de estos animales causan daños a la salud.

Sorprendentes son los giros que el mundo da en muchos aspectos y, en particular, al que ha tornado al hombre de cazador de sus alimentos en víctima de muchos de ellos.

Pausadamente al comienzo, y luego, como una invasión imparable algunos alimentos han ingresado en la dieta cotidiana de grandes sectores de la humanidad para posicionarse, creciendo su consumo continuamente, como indispensables para una clientela ansiosa de satisfacer su apetito juntando, la adecuada administración de su tiempo con la sensual degustación. Se trata de la comida rápida donde, destacan las hamburguesas.

Con una media de consumo de 140 al año por individuo, Estados Unidos se ha convertido en el reino de las hamburguesas y, por extensión, a través de franquicias y modelo de estilo de vida en un vasto imperio alimentario.

Este enorme consumo ha generado prácticas que lindan con lo inmoral, como por ejemplo, la que realizan los granjeros al suministrar hormonas y anabólicos a sus reses para que produzcan más carne siendo conocidos los perjuicios que a la salud humana pueden producir éstos elementos.

Sobrepeso, cardiopatías, cáncer de mama y de colon son, dentro de un amplio abanico de padecimientos, el posible castigo que el excesivo consumo de carne puede ocasionar por lo que, la virtud teologal de la templanza y los dietistas, han reducido a consumir solo una hamburguesa a la semana como una saludable práctica.

La variedad de productos que existen y que amplían las opciones gastronómicas tienen, en la caigua, un vegetal amigable que los acompañará haciéndolos más deseables para consumidores que no quieren que, en conjunto, superen las cotas de nutrientes que sus dietas exigen o aprovechar sus propiedades medicinales.

La caigua es una planta trepadora cucurbitácea oriunda del Perú cuyos frutos que miden entre 10cm. Y 20cm., las caiguas propiamente dichas se adornan con atractivas propiedades.

La ingesta de caiguas reduce el colesterol, los niveles de glucosa y, por la luteolina que contienen, también fungen de antioxidantes.

Su alto contenido de fibra permite que, preparadas con un relleno agradable, sean un plato de la preferencia de quienes desean guardar la línea.

Ingredientes

6 caiguas de 15cm más o menos

5 panes

¼ L de caldo de verduras

3 huevos cocidos

Una cebolla mediana

3 dientes de ajo

100gm de aceitunas

100gm de pasas

1 pimiento

2 cucharadas de aceite

Sal y pimienta al gusto

Preparación

Se lavan y limpian las caiguas se les corta una punta y se despepitan.

En una olla se calienta el aceite donde se dorarán la cebolla, los ajos, picados salpimentados y colocados en ese orden cuidando no se quemen.

Se incorpora el pimiento picado en trozos pequeños y las pasas tapando luego el recipiente para que se vayan cociendo por dos minutos y recibir luego el pan licuado en el caldo de verduras y con dos minutos más de cocción queda listo para agregar los huevos cortados en trozos y las aceitunas.

Con todo este preparado se rellenan las caiguas que se introducen en la misma olla donde con los jugos que están depositados y los que sueltan las caiguas se cuecen por tres minutos más.

Este potaje se sirve sólo o acompañado con arroz.

La humanidad, justificadamente, está atenta a la gran discusión que se ha originado con la manipulación genética. La capacidad que el hombre ha desarrollado para poder modificar el genoma de los seres vivos abre un compás de incertidumbres que deben despejarse para ser legisladas.

Cuando Darwin abrió las puertas; con su teoría sobre la evolución de las especies, a la comprensión de la naturaleza transformando las características de los seres vivos; jamás intuyó que los cambios, que ocurrían al compás de factores como el medio ambiente serían, más adelante impulsados por la ciencia humana, tras el descubrimiento del genoma.

Los seres vivos tienen guardado en su genoma toda la información genética que poseen por lo que, con su descubrimiento y manipulación, se ha generado una enorme controversia entre, los que ven al hombre reemplazando la mano de Dios para trastocar un orden establecido y, quienes arguyen que la naturaleza es un instrumento al servicio de sus necesidades y por lo tanto autorizadamente modificable.

La discusión avanza y los argumentos se contrapesan en la aplicación de la ingeniería genética donde, frente a zonas oscuras, que explotan sus detractores existen beneficios, que la realidad clamorosamente reclama, según sus defensores.

La ingeniería genética aplicada a plantas como la soja y el maíz ha dado resultados sorprendentes que se muestran, en Brasil y Argentina, con rendimientos jamás logrados por hectárea y con ello un esperanzador horizonte al enorme drama del hambre mundial.

Los detractores consideran que no existen pruebas suficientes, en una larga lista de argumentos, para asegurar que la ingesta de alimentos transgénicos no sean dañinos para la salud y que los sembríos de plantas con semillas modificadas no trasmiten a las originales, por polinización, su hibridez.

Lo más deseable es que, atendiendo las razones de ambas partes, se elaboren códigos de siembra, uso y consumo de los transgénicos complementados con medidas de protección de la naturaleza que, sin modificaciones, sigue destellando ante la humanidad como un cofre pleno de tesoros para su progreso y bienestar.